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miércoles, 28 de marzo de 2012

CLASE 29 - ÁNGELES DE LA NATURALEZA





Son los Devas elementales o espíritus de la Naturaleza, las pequeñas criaturas que la fantasía del hombre ha clasificado como gnomos, elfos, silfos, hadas, ondinas, dríadas o criaturas del fuego. Especificación según G. Hodson:
Gnomo: "Gnomo" es un título genérico de los espíritus naturales del elemento tierra. Vive normalmente dentro del doble etérico de la tierra; es por lo común delgado y larguirucho, de apariencia grotesca, cadavérico, con mandíbulas en forma de farol, y a veces solitario. Da la impresión de extrema vejez; toda su apariencia y porte difieren cabalmente de los del hombre actual.

Sus brazos son demasiado largos para nuestro sentido de la proporción, y como sus piernas, están doblados en las articulaciones como si se hubiesen endurecido con la edad. Su tez es muy tosca y áspera, los ojos son pequeños y negros, con un leve sesgo hacia arriba en los costados.

El gnomo es aparentemente una reliquia de los tiempos de la antigua Lemuria y, si esto es cierto, puede significar que el tipo es una representación de la apariencia de la gente de esa época.

El gnomo de la tierra no es un tipo agradable de elemental; los encontrados en Inglaterra han sido de color muy negro o marrón turba, y aunque raras veces fui objeto de su hostilidad, su atmósfera es decididamente desagradable.


Elfos: Los elfos difieren de los demás espíritus naturales principalmente en que, por lo común, no están vestidos con reproducción alguna del atuendo humano, y su constitución corporal consiste en una masa sólida de sustancia etérica, carente por entero de organización interior.

Los elfos del bosque parecen cubiertos por completo por una piel ajustada y de una sola pieza, que reluce como si estuviera mojada y tiene el color de la corteza de haya. Sus manos y pies son grandes, totalmente desproporcionados respecto del resto de sus cuerpos. Sus piernas son delgadas y sus orejas rematan en punta, casi en forma de pera. Sus narices son también puntiagudas y sus bocas anchas. Dentro de la boca no hay dientes ni estructuras - ni siquiera lenguas, por lo que puede verse - como si todo fuese de una pieza de jalea etérica. Una pequeña aura verde los rodea.

Viven de las raíces de una enorme haya. Desaparecen a través de una hendidura por la que entran como en una cueva, y se hunden en el suelo hasta fundirse con el doble etérico del árbol.

Los elfos de las playas tienen cabezas de tamaño desmesurados, rostros de elfos, orejas grandes, cuerpecitos redondos y piernas cortas y finas que terminan en pies que parecen telarañas. Tienen una estatura de 7 a 15 cm.; se familiarizan con los seres humanos y la presencia de éstos de ningún modo los perturba.


Silfos: Son espíritus naturales del aire. Su estatura es más bien por debajo de la estatura humana, pero son muy humanos en cuanto a la forma, aunque asexuados.
Se divierten intensamente, en grupos de dos o tres, viajando por el cielo a gran velocidad. En su júbilo hay cierta fiereza cuando se llaman unos a los otros; sus gritos resuenan como el silbido del viento, recordando a las valkirias de la ópera homónima de Wagner. Sin embargo, esto es una ilusión producida por las fuerzas que fluyen a través de su auras.
Predominan pálidos matices color rosado y azul-celeste, mientras en torno a sus cabezas se pervive una luz radiante de muchas tonalidades.

Los rostros de estas criaturas astro-mentales del aires se parecen a las extrañamente bellas pero feroces amazonas, fuertes, vitales y controladas a pesar de su abandono aparentemente indiferente. Sus movimientos a través del aire son muy rápidos, pues parecen recorrer distancias entre 16 a 24 Km. en un instante.

Los silfos de las tormentas son oscuros y horribles, de apariencia muy similar a la de grandes murciélagos que se desplazan con rapidez. Se proyecta hacia atrás y hacia delante por el valle de Wythburn; a veces siguen muy de cerca la conformación de la colinas. Parecen estar en un estado de gran excitación y dan la impresión de intensificar las condiciones eléctricas y magnéticas características de una tormenta.
Sus rostros son humanos y plenamente formados, aunque su expresión es claramente desagradable. Profieren un ruido extraño, como un chillido, y ocasionalmente te lanzan verticalmente hacia arriba, traspasan las nubes y reaparecen por encima de éstas.

Transcribiré un comentario hecho por G. Hodson en su libro Reino de los Dioses, sobre la Gran Tormenta de Londres del 10 de Julio de 1923:
"Indescriptiblemente demoníacos y terroríficos son los seres que, en lo alto de las regiones aéreas, se ven regocijándose con la furia de la tormenta cuando los mellados destellos del relámpago y el ensordecedor rugido del trueno prosiguen hora tras hora durante la noche. Su apariencia es algo parecida a la del murciélagos gigantescos. Sus cuerpos son de forma humana, pero no es un espíritu humano el que brilla a través de esos ojos grandes, rasgados hacia arriba. Su color es oscuro como la noche, roja y flamígera el aura que los rodea, dividiéndose en dos enormes alas detrás de la forma central. El "cabello" corre hacia atrás, desde la cabeza, como lenguas de fuego. Miles de seres, de quienes ésta es solo una deficiente descripción se regocijan con la potencia de la tormenta. El choque de las fuerzas poderosas produce en ellos una intensa exaltación de la conciencia a media que se elevan, se mecen, se proyectan, giran y se lanzan con velocidad, intensificando aparentemente las fuerzas de la tormenta que parecen corporizarse en ellos.

"Detrás y encima de ellos, en el corazón mismo de la tormenta, hay uno junto al cual los elementales de la tormenta y la desintegración no son sino murciélagos que revolotean. Allí, en medio de todo eso, se verá uno de los grandes Devas de los elementos, de forma humana, pero de belleza, majestuosidad y energía como la de un excelso superhombre. El conocimiento de esta presencia inspiró valor y calma cuando, precisamente antes que un relámpago hendiese los cielo con una cinta de fuego, uno de los seres oscuros pareció lanzarse con violencia hacia abajo, y por un instante mecerse amenazadoramente, muy cerca, encima de nosotros. Los ojos funestos, que brillaban con frenesí, estaban fijos en la tierra abajo. Por una fracción de segundo se conmovió la conciencia detrás de esos ojos, produciendo una sensación de vértigo y terror tales como nunca los experimenté desde los días y las noches de la Primera Guerra Mundial.

"Sometido a esta prueba, comprendí el valor de mis experiencia bélicas, pues automáticamente la voluntad venció al miedo y aquietó el temblor del cuerpo, producido por la visión y el ensordecedor estampido del trueno con que se acompañaba. Luego, el oscuro espíritu de la tormenta se alejó velozmente, prorrumpiendo en su peculiar grito extraño, exultante, que no era de esta Tierra y resultaba continuamente audible a través de la tempestad.

"En medio de todo este alboroto había un equilibrio calmo e inconmovible, un poder reconocido, incluso por estas legiones indómitas. No podrían ir más allá de cierto límite, pues siempre estarían controladas por la voluntad del Señor de la Tormenta, supremo gobernante de las fuerzas elementales".


Las Hadas: Son de apariencia claramente femenina, y visten con colores blanco y rosa muy pálido, un material refulgente de textura excesivamente sutil. Les llega hasta la cintura y brilla como una madreperla. Las alas aúricas, cuando se materializan etéricamente, son pequeñas y ovaladas.

En una ocasión, mientras estudiaba la vida de los espíritus naturales en la campiña de Lancashire, escribe G. Hodson, un algo avanzado espíritu natural del aire, asociado con el reino vegetal, me proporcionó una interesante exhibición de la encantadora influencia que pueden ejercer ciertas clases de hadas sobre quien se aproxima a su dominio. Mi constancia de la experiencia dice lo siguiente:

Un hada bella y altamente evolucionada está asociada con un seto de zarzas en el que florecen profusamente rosas silvestres. Es de carácter especialmente atractivo, y su estatura, de unos 1,219 m. Viste un leve atuendo fluido, transparente, sutil y áurico, y nos contenla con la más amistosa de las sonrisas. Su aura es destacadamente vital y parece una nube de matices muy suaves pero radiantes, a través de los cuales emanan y destellan dardos de luz encandilante. Los colores incluyen el rosa pálido, suave y luminoso, el verde pálido, el color lavanda y el azul nebuloso, a través de todos los cuales se proyectan brillantes danzas luminosas. Se halla en un estado de exaltada felicidad.

Como experimento, cedí en parte al hechizo que deliberadamente ejerció sobre mí y al seductor llamado con que me invitó, o mejor dicho, incluso me desafió, a abandonar el mundo de los hombres y compartir con ella, y con otras de su especie que se mecían en las cercanías, la irresponsable alegría del Reino de las Hadas. Durante un lapso, casi inconsciente del cuerpo, pero siempre lo suficientemente despierto en él como para retornar a voluntad, experimenté en alguna medida la radiante felicidad, jubilosa y despreocupada, que parece ser el estado permanente de todos los que moran en el mundo "feérico". Un contacto muy estrecho implica peligro, pues requiere un decidido esfuerzo abandonar y volver a tomar una vez más la carga - tal como entonces me pareció - de la existencia física.


Las Ondinas: La ondina pertenece al elemento sutil del agua y, hasta donde se sabe, jamás se halla muy alejada de océanos, lagos, ríos y cascadas. Tiene forma claramente femenina, está siempre desnuda, por lo común carece de alas y sólo en raras ocasiones lleva alguna clase de adorno. Su forma, diminuta o de estatura humana, es arrebatadoramente bella, y sus movimientos están llenos de gracia. La cascada es uno de sus lugares favoritos y allí se la verá divertirse, a menudo con un grupo de espíritus del agua, disfrutando al máximo las fuerzas magnéticas de la cascada.

Aparentemente, hay períodos durante los cuales la ondina se retira de la vida intensa y externa en la que se la encuentra con más frecuencia, y halla cierta calma y reposo en los abismos silenciosos y fríos debajo de las cascadas o en las extensiones más tranquilas de los ríos, al igual que en los lagos. Esta vida pacífica debajo de las aguas está en marcado contraste con la actividad y júbilo intensos que manifiesta en medio de las aguas que caen y de la espuma iluminada por el Sol.


Las Driadas: Nombre que se le da a las ninfas de los bosques y de los árboles. Las contrapartes mentales-emocionales de los bosques están llenas, a menudo, de interés y belleza arrebatadoras. Las fuerzas vitales del reino vegetal y de otras emanaciones de los árboles, particularmente de los más grandes, llenan la atmósfera con finas radiaciones en medio de las cuales juegan los espíritus naturales de los árboles y viven y se mueven los Ángeles.

Estos últimos a veces dan la impresión de un estado de conciencia más bien onírico y de ser expresiones de la vida del árbol, unificada con el espíritu que anima a toda la vegetación. Se funden en los árboles y emergen de éstos, se deslizan alrededor del bosque más bien como doncellas altas, algo tímidas, delgadas, graciosas y vestidas con diáfanos atavíos de muchos verdes matices.

Los Ángeles más avanzados de los árboles, los asociados con árboles muy viejos y grandes, revelan una claridad más humana de perspectiva y poder mentales. Su visión puede ser aguda y penetrante cuando presta atención a quien entra en su reno siendo capaz de verlos y comunicarse con ellos. No obstante, en su caso también se recibe la impresión de una íntima fusión de su vida y consciencia con la del árbol al que animan, y a cuya evolución ayudan.


Las Salamandras: Puesto que, como su elemento es relativamente amorfo, los espíritus naturales del fuego carecen de forma fija, y describirlos es algo difícil de lograr y documentar. Sugieren una forma humana subyacente, extremidades y "cabello" constituido por corrientes de ardiente energía proyectada, que sólo en raras ocasiones se acomodan en forma y posición a la estructura humana.
Sin embargo, cuando el rostro no está velado por las llamas áuricas, es de apariencia claramente humana. Su expresión es absolutamente no humana, mientras que los ojos rasgados hacia arriba parecen estar iluminados con una especie de impío deleite en el poder destructor de su elemento. De cara triangular, el mentó y las orejas son puntiagudos, y la cabeza está rodeada y delineada por llamitas titilantes, color rojo-anaranjado, a través de las cuales lanzan centellantes lenguas de fuego.

Las salamandras varían de altura de 0,610 a 0,914 m. hasta los grandes colosos del poder ígneo que son los Señores del Fuego asociados con el Sol.

Cada uno de estos Ángeles de la naturaleza custodia, vive y trabaja en el elemento que le es propio, sea en la tierra, en el fuego, aire o agua. Viven en simbiosis con flores, piedras, nubes o cursos de agua. Regulan el clima, los elementos y el crecimiento de los vegetales.

Cuando el hombre aprenda a contactarlos, obtendrá el máximo de la Naturaleza, con equilibrio, sin usar violencia a ningún reino, cancelando de su memoria pesticidas, insecticidas y afines, que solamente son portadores de muerte.

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EL ÁNGEL LA GRATITUD

La gratitud es una cuestión esencial en el crecimiento espiritual.
La gratitud no es sólo la virtud que nos hace agradecer a los demás sus dones, sino que sobre todo es la capacidad de conectar con la Gracia del Espíritu Santo.
La mejor manera de darle las gracias a Dios por la vida, es vivirla plenamente, sin separatividad, sabiéndonos completos y unidos a los demás.

Dar las gracias no es un acto de cortesía, es un verdadero acto de magia que todos podemos incorporar a nuestras vidas.

Cuando quieras conseguir algo de alguien, sólo tienes que darle las gracias. En el peor de los casos lo desorientarás.

Una buena costumbre es siempre darle las gracias al Ángel guardián de las personas con las que tienes que negociar, antes de iniciar la negociación.

Te propongo que:

Imagínate sentado frente a una suave corriente de agua que fluye tranquilamente a tu lado.
Siente el calor del sol sobre tu rostro, que te penetra y produce una sensación de felicidad.
Empiezas a sentirte relajada por el sonido producido por la corriente y a identificarte con ella.
Imagina que el agua corre a través de tu propio cuerpo, que lo limpia, que purifica tu mente.

El agua, el sol, el cielo, todo es expresión de un Ángel que te da las gracias porque estás viva. Identifícate con él y dale también tú las gracias a toda la creación por la vida que fluye a través de ti, que te pertenece y a la cual perteneces.

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EL ÁNGEL DE LA VOLUNTAD

Analicemos por un instante la palabra voluntad. Hablamos del libre albedrío y de la voluntad de Dios sin comprender que son una la misma cosa. El libre albedrío es nuestra posibilidad de utilizar libremente la voluntad de Dios, la cual se encuentra concentrada en nuestra divina conciencia.

Esto significa que la guía de nuestra intuición, nuestras verdaderas aspiraciones y nuestras intenciones más amorosas son representaciones de la voluntad de nuestro Yo Superior, y que el hecho de aceptar en nuestra vida cualquier cosa que esté por debajo de ese nivel superior significa renegar de esa voluntad.

Los Ángeles, los seres más libres de la Creación, están supeditados a la voluntad de Dios.
Si a menudo las cosas no ocurren como quisiéramos, aunque sí se lo hayamos pedido a nuestros Ángeles, no tengamos la menor duda de que ellos están haciendo lo mejor para nosotros, pues tienen en cuenta la voluntad de Dios, que se halla enfocada en la esencia de las cosas, mientras que la nuestra sólo tiene en cuenta las apariencias.

El Ángel de la Voluntad puede ayudarte a discriminar tu verdadera y profunda voluntad de los deseos de otras personas que puedan influir sobre vos.

También te ilumina para que aprendes a poner energía en las cosas que realmente merecen tu atención para tu desarrollo y evolución.

El Ángel de la Voluntad afirma que jurar o prometer es un acto a favor de algo que nosotros queremos tener dentro nuestro. Todo lo que prometemos sabemos que se encuentra en nuestro interior. Pero por alguna traba o por alguna inhibición o bloqueo no queremos manifestar a los demás esa promesa.

Quiere decir que cuando se jura o se promete algo y no se realiza es porque no se quiere ya que la voluntad verdadera viene de la creación suprema, la voluntad pequeña viene de cada uno. Si tienes el corazón cerrado podrá prometer tu boca abierta.

Te propongo que:

Siéntate o tiéndete en una posición que te resulte cómoda y en la que te sientas bien. Poco a poco cierra los ojos y respira profundamente intentando mantener tu mente en blanco.

Imagina que estás sentada bajo una luz cálida y poderosa. Siente cómo todo tu ser absorbe esta luz y tu voluntad se funde con ella.

Pídele al Ángel de la Voluntad que se manifieste en los diversos aspectos de tu vida, e invítalo a intervenir en tus decisiones y a compartir contigo su fuerza y su calor.

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PROGRAMACIÓN ANGÉLICA Nº 22


Jardín Mental

Una forma de incorporar programas positivos consiste en visualizar la vida como un jardín. Hay vidas tan hermosas como los jardines ingleses, combinados todos los colores como una pintura impresionista. Otros jardines de vida pueden estar llenos de flores silvestres, con árboles altos que representan la fuerza en una zona. Otros pueden estar muy bien arreglados y en un perfecto orden, lo que no invita a que los niños jueguen en él ni a que alguien arranque un pimpollo.

Lamentablemente, hay vidas que parecen jardines desarreglados, con malezas, plantas secas y árboles caídos; pero ni siquiera en este caso conviene desesperarse, puesto que un jardín siempre tiene la posibilidad de ser vuelto a plantar y desmalezar.

Pensemos en nuestro propio jardín. Si nos parece bien, podemos tomar una hoja de papel y dibujarlo. Utilicemos la imaginación y pasemos un buen momento. Los proyectos nuevos pueden aparecer como retoños; un árbol puede representar la familia propia, un rosal, el amor y el romance; las viñas florecidas pueden ser los amigos y así sucesivamente.

Ahora después de haber visualizado claramente el jardín mental, vamos a convertirnos en jardineros y a observar qué hace falta hacer. Quizás hay una zona que creció en exceso y precisa un recorte, o hay maleas que hace falta eliminar para poder sembrar nuevas semillas. Si el jardín luce bien, vamos a pensar en cuáles son las zonas que quisiéramos cosechar.

Pensemos en cómo fomentar el crecimiento saludable (fertilizantes), y guardémoslo en la memoria. Pensemos en cuáles son los frutos de lustra labor que pueden estar listos para se cosechados. Si el jardín creció en exceso y parece fuera de control, vamos a tener que desmalezar y cultivar.

Cualquiera sea el estado del jardín, vamos a dejar espacio para plantar semillas nuevas y lugar donde los Ángeles pueden jugar. Quizás ellos quieran presentarnos una nueva variedad de flores o frutas, pero necesitan el espacio.

Ahora vamos a hacer una relajación profunda y vamos a visualizar el jardín mental. Pensemos en las semillas que quisiéramos sembrar y visualicemos cómo serán cuando crezcan y florezcan. Vamos a limpiar un espacio para permitir que los Ángeles ingresen a nuestra mente y siembren la semilla. Les pedimos a los Ángeles que cuiden los retoños y que les permitan crecer con fuerza y salud. Les pedimos también que nos esclarezcan sobre la forma de hacer que el jardín crezca. Les preguntamos si hay semillas escondidas, o si una semilla puede llegar a convertirse en una hermosa flor silvestre. ¿Hay ramas en el camino? ¿Hay plantas que se superponen entre sí?

Después de haber visualizado y disfrutado del jardín durante un rato, nos quedaos en estado de relajación y tranquilizamos la mente. Ahora vamos a pedirle a los Ángeles algunos pensamientos simiente. Los pensamientos simiente son ideas que podemos seleccionar para que crezcan en el futuro, y precisan tiempo para germinar en nuestra mente mediante la meditación.

Un pensamiento simiente puede significar el comienzo de un proyecto importante que iniciaremos en algún momento de la vida, o puede ser una idea con la que juguemos en las meditaciones durante años hasta que se desarrolla y toma la forma de una convicción o un concepto. Recordemos que somos los jardineros, y que, con los Ángeles de compañía, podemos hacer que nuestro jardín sea tan grande y hermoso como lo soñamos.


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