Capítulo 7:
Perdón
Perdonar no significa aceptar que un comportamiento fue el adecuado, ni ignorar un daño que ya está hecho. Perdonar significa reconocer que cada persona hace lo mejor que puede en cada momento con la información y herramientas que tiene en ese momento. Es un camino para liberar esa actuación, a la otra persona, y a nosotros mism@s. Liberar el pasado, es el único camino para volver al presente y poder disfrutarlo.
Es humano equivocarse y es de
consciencia elevada reconocer que es así y perdonar. Quizás no sea fácil y nos
costará un tiempo y unos ejercicios. Lo que es realmente importante es la
disposición a perdonar. Perdonar no deja de ser una decisión egoísta. Si nos
cuesta encontrar motivos más espirituales, podemos decidirnos a perdonar porque
nos reconectará con nuestra esencia, nos ayudará a recobrar nuestra alegría,
serenará nuestra mente etc. Es la puerta de nuestra liberación emocional.
EJERCCIO DEL PERDON. Haz una
lista de todas las personas con quienes estás enfadad@ y enumera todo lo que
han hecho. Puedes incluirte también a ti y a todas tus actuaciones que consideres
poco dignas. Este ejercicio es un revulsivo totalmente liberador. Cuando tengas
tu lista, créate un espacio de total intimidad donde no puedan molestarte y
ponte una música suave que te inspire. Pon un reloj con alarma y date un tiempo
de cinco minutos.
Cierra los ojos, respira
profundamente y durante ese tiempo enumera tu lista (aunque de memoria)
diciendo por ejemplo: "perdono a mi padre, por no estar cuando le
necesitaba",""perdono a mi hermano por competir siempre conmigo
y hacerme sentir inferior", "me perdono a mi por no haber estado a la
altura y haber perdido mi trabajo" etc. Por cada frase que digas,
imagínate que la Vida está contigo y te responde: "Gracias, yo te
libero". Si alguien quiere hacer este ejercicio contigo, os podéis coger
de las manos y que la otra persona sea la Vida y vaya repitiendo en voz alta la
frase cada vez que tu enumeres un hecho de tu lista. No pares de decir cosas
mientras no pare el reloj. Permítete llorar si te apetece. Cuando acabes, deja
la música puesta y date unos minutos para sentir el júbilo del perdón. ¿Te
sientes más ligero? ¿Más feliz? ¿Igual como antes? Deja que surja lo que sea y
anota tus impresiones, si te apetece. Puedes repetir este ejercicio de vez en
cuando. Verás que a veces te sorprenden tus propias respuestas y en tu lista
habías escrito unas cosas y luego con los ojos cerrados tu corazón suelta otras
de las que quizás ni te acordabas pero siguen gravadas a nivel inconsciente.
¿Interesante, no?
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