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viernes, 13 de mayo de 2011

Historia del Aura



La fuente energética que todos poseemos desde el día de nacimiento y nos acompaña hasta el descanso eterno se llama aura.

Los estudiosos han visto a través de sus estudios todo lo referente a manifestaciones psicológicas, es decir, reconocen las radiaciones a que se dirigen en distintos sectores del cuerpo humano formando un campo magnético que se relaciona con lo biológico, la mente y, por supuesto, con el funcionamiento de nuestras glándulas endocrinas y los cinco sentidos.


Desde hace siglos hay testimonios de personas que han visto emanaciones luminosas alrededor de seres que se han considerado dioses o iluminados. Existen referencias del antiguo Egipto donde en las tumbas de los faraones, se han visto emanaciones luminosas alrededor del cuerpo de los dioses Isis y Osiris. Esa luminosidad alrededor del cuerpo era considerada una señal de los dioses o grandes iluminados. En oriente, alrededor de Buda siempre se representa un aura dorada.


Así mismo, en el cristianismo aparecen estas representaciones alrededor de la cabeza de los santos, de Jesús, y de la Virgen María.


Enseñanzas esotéricas como los antiguos textos védicos del hinduismo, teósofos, rosacruces, los budistas, tibetanos, indios, los budistas zen japonés, madame Blavatsky y Rudolf Steiner, describen detalladamente el campo energético humano. Muchas personas con formación científica en la actualidad, han sido capaz de añadir observaciones sobre un nivel físico concreto.
Boirac y Liebeault, eruditos del siglo XII, vieron que la energía que poseemos los seres humanos puede producir sobre otra persona un efecto saludable o patológico, tan sólo con su mera presencia e incluso en individuos separados por grandes distancias.


Paracelso, médico, astrólogo, mago, alquimista, sabio de la Edad Media, dio el nombre de “illiaster” a la energía que llamó entidad compuesta por una fuerza vital y una materia vital.


El doctor Wilhelm Reich, psiquiatra, colega de Freud, a principio del siglo XX. Se interesó vivamente por una energía universal a la que denominó “orgánica”. Estudió las relaciones entre las alteraciones en el flujo de orgones del cuerpo humanos y las enfermedades físicas y psicológicas.
Mesmer y Van Helmont observaron otras propiedades de los fenómenos de la energía universal que dieron lugar al “mermerismo”, que luego se convertiría en el hipnotismo. Según estos autores, objetos animados e inanimados se podían cargar de este “fluido”, y los cuerpos podían ejercitar mutuas influencias a distancia, lo que hizo considerar la existencia de un campo, análogo a un campo electromagnético, de nuestro cuerpo.




El aura es una emanación de energía, y está presente en todo ser. El hombre no es solamente un cuerpo físico, sino que también es energía. La acumulación de la misma en ciertos órganos o músculos, provoca desequilibrio y enfermedades. Los metales tratados trabajan en el ser humano como imanes que retiran la energía sobrante acumulada de dichos órganos restaurando la corriente energética que fluye a través del cuerpo. Al eliminarse estas sobrecargas de energía retorna el equilibrio energético y la salud.


La historia y sus tradiciones en todos los lugares del mundo a lo largo de 5.00 años concuerdan con las observaciones de campos energéticos o de haber visto luces alrededor de las cabezas humanas. Por cierto, mediante prácticas religiosas, como la meditación y la oración, se puede alcanzar estados de conciencia ampliada que activan las capacidades de percepción sensorial elevada.


El Prana, tradición espiritual hindú, cuenta con más de cincuenta siglos de antigüedad; habla de una energía universal considerada el constituyente básico y la fuente de toda vida. El Prana o hálito vital, por todas las formas a las que ha dado vida.


Los yoguis manipulan esta energía mediante técnicas respiratorias, meditación y ejercicios físicos con la finalidad de mantener unos estados de conciencia y de juventud mucho más allá de su alcance normal.


El ch’i, existencia de una energía vital de toda materia animada o no, fue el nombre que le dieron los chinos en el tercer milenio a.C. El ch’i, contiene dos fuerzas polares; el yin y el yang. Cuando están equilibradas entre sí, el sistema vital muestra salud física; si se desequilibran, el resultado es una enfermedad… La antigua técnica de la acupuntura se centra precisamente en equilibrar el yin y el yang.


La Cábala, teosofía mística judía que surge alrededor del 538 a.C. denomina a esta misma energía “luz astral”. En la iconografía religiosa cristiana, Jesús y otras figuras espirituales aparecen rodeados por campos o aureolas luminosas.


En 1920 el matrimonio Kirlian descubrió por accidente una cámara que tiene la particularidad de poder fotografiar el aura de los seres vivos: la Cámara Kirlian. En la fotografía aparece una emanación de luz de colores alrededor de la figura de la persona fotografiada. Ha sido utilizada con eficacia en el campo de la criminología y la metafísica. En medicina ha sido muy útil para los menos escépticos, puesto que según la coloración del aura se han podido diagnosticar padecimientos con cierta exactitud, inclusive mucho antes de que se presentaran síntomas físicos, dolor o molestias físicas.



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