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domingo, 12 de junio de 2011

EL GENTIL ARTE DE BENDECIR


Al despertar, bendice este día porque ya está inundado del bien inesperado que será atraído por tus Bendiciones; porque bendecir es reconocer el bien ilimitado que está enclavado en la textura misma del universo y que nos espera a todos.


Al pasar al gente por la calle, en el autobús, en los lugares de trabajo y juego, bendícelos. La paz de tu bendición los acompañará en su camino y el aura de su gentil fragancia será una luz en su camino.

Al encontrarte y hablar con la gente, bendice su salud, su trabajo, sus relaciones con Dios, consigo mismos y los demás. Bendícelos en su abundancia, en sus finanzas; bendícelos en cada forma concebible, porque tales bendiciones no solamente siembran las semillas de la sanación, sino que algún día florecerán como flores de dicha en los huecos de tu propia vida.

Al caminar bendice la ciudad donde vives, en fin bendice a todo lo que ves y sientes y principalmente es de suma importancia que bendigas a la Madre Tierra, a GAIA, porque te permite caminar sobre ella, te provee de las plantas, las flores, de todo lo lindo que te presenta la naturaleza.

Bendice el aire que respiras, ya que sin aire en pocos minutos dejas de existir. Bendice el sol, el viento, también la lluvia que es necesaria para alimentar a la tierra.

Fundamentalmente acostúmbrate a bendecir a todo lo que comes, tomas o ingieres de alguna forma. Bendice a todos los seres que ayudaron a crear lo que es tu alimento, sin olvidar por supuesto a la Madre Tierra que hace que el mismo pueda surgir. Bendice a los animales que se ofrecen para que los puedas usar como tu alimento, sabiendo que ellos lo hacen por amor hacia ti y consideran su misión el brindarte tu sustento.

Al momento en que alguien exprese la menor agresión o falta de bondad hacia ti, responde con una bendición; bendícelos total, sincera y jubilosamente, porque tales bendiciones son el escudo que los protege de la ignorancia de sus propios malos actos y desvía el mal que te hayan dirigido.

Bendecir significa desear el bien incondicional, total e irrestricto para otros y para los eventos, desde el manantial más profundo en las recónditas cámaras de tu corazón: significa santificar, reverenciar, contemplar con extremo respeto todo lo que siempre es un regalo del Creador. Aquel que está santificado por tus bendiciones es puesto aparte, consagrado, santo, íntegro.
Bendecir es invocar la protección divina, pensar o hablar con agradecimiento, conferir felicidad, aunque nosotros mismos nunca somos los agraciados sino simplemente los dichosos testigos de la abundancia de la vida.

Porque bendecir todo sin discriminación alguna es la máxima forma de dar, porque aquellos a los que bendices nunca sabrán de dónde provino el súbito rayo de sol que estalló a través de las nubes de sus cielos, y rara vez serás testigo de la luz del sol que brilla en sus vidas.

Cuando tu día esté de cabeza y algún evento inesperado destroce tus planes y a ti también, estalla en bendiciones porque la vida te está enseñando una lección, y el mismo evento que creías indeseable, tu mismo lo llamaste, así que para aprender la lección contra la que te sientes frustrado, bendícela.

Las pruebas son bendiciones disfrazadas y huestes de ángeles acompañan su camino. Bendecir es reconocer la omnipresente belleza universal oculta a los ojos materiales; es activar la ley de atracción, la cual desde los más lejanos confines del universo, traerán a tu vida exactamente lo que necesitas experimentar y disfrutar.

Es imposible bendecir y juzgar simultáneamente, así que mantén constantemente como un profundo, consagrado y cantarino pensamiento el deseo de bendecir, porque entonces verdaderamente brindarás paz, amor y alegría a tu entorno.

HAZ QUE TU VIDA SEA UNA BENDICIÓN PARA TI MISMO Y PARA TODOS LOS DEMÁS.


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